El cuerpo humano está dividido en tres partes: la cabeza, que contiene el cerebro y la mayor parte de los órganos de los sentidos; el tronco, que incluye el tórax y el abdomen, con los órganos responsables de la respiración, la digestión, la asimilación, la excreción, la circulación y la reproducción; finalmente, las extremidades, que sirven para las diferentes posturas, el desplazamiento, la caza, la defensa, el ataque, etc.
El cuerpo está revestido por una membrana elástica
y resistente, la piel o cutis, de espesor variable entre 1 y 3 mm, y que cumple
múltiples funciones, entre otras la de ser el asiento de diversos aparatos de
protección (pelos, uñas, etc.)
Debajo de la piel se disponen masas de color
rosado, de forma y posesión variable, estriadas longitudinalmente, dispuestas
en forma de cinta, abanico o huso. Estas formaciones son los músculos, que
modelan la forma del cuerpo.
En el interior de los músculos se disponen
canales ramificados de diámetro variable, unos recorridos por sangre de intenso
color rojo (las arterias) y otros por sangre de color más oscuro (las venas). Existen
también vasos linfáticos, de color blanquecino, con una serie de abultamientos
dispuestos a modo de cuentas de un rosario. Finalmente, en la masa muscular
pueden observarse también cordones de color claro, de tamaño variable, que se
corresponden con los nervios. El conjunto de los músculos forma una segunda
envoltura del cuerpo, más grueso y consistente que la piel.
Por lo general, los músculos dispuestos más
hacia el interior están fijados a estructuras duras y resistentes (los huesos);
los más superficiales están en directa relación con el tegumento.
En contacto con las paredes de numerosos órganos
internos está dispuesta un tipo particular de musculatura denominada lisa
porque carece, al ser observada directamente o mediante el microscopio, de las características
estriaciones propias del otro tipo muscular citado en primer lugar. Los
músculos lisos están relacionados con el movimiento involuntario de algunos órganos.
El conjunto de todos los huesos recibe el
nombre de esqueleto y forma el armazón interno de sostén de todo el cuerpo. En
el esqueleto se diferencian tres zonas distintas: el esqueleto de la cabeza,
que comprende el cráneo y los huesos de la cara; el esqueleto del tronco,
formado principalmente por la columna vertebral, el esternón y las costillas;
por último, el esqueleto de las extremidades (superiores e inferiores) está
unido al tronco por las denominadas cinturas o cíngulos. Los huesos se unen
entre sí a través de las articulaciones que. Según la posición y el tipo de
movimiento que deban ejecutar (o impedir), se clasifican en móviles, semimóviles
o fijas. En la cabeza o el tronco, bien protegidos por los huesos y los músculos,
están situadas las vísceras, que es el nombre que reciben numerosos órganos blandos
encargados de la realización de importantes funciones vitales.
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