sábado, 15 de marzo de 2025

¿CUÁLES SON LAS VENTAJAS DE LOS ORGANISMOS PLURICELULARES?

A medida que las formas más simples adquieren niveles superiores de complejidad, se ponen de manifiesto las ventajas de los organismos provistos de múltiples elementos. Ante todo, los organismos pluricelulares disponen de una mayor protección que los unicelulares frente a eventuales accidentes mortales: si una ameba resulta herida en la membrana citoplasmática que protege el contenido celular, esta inevitablemente destinada a perecer; si lo mismo sucede en una célula integrante de una colonia de Volvox, el resto de la comunidad puede continuar viva. 

Además, un organismo formado por numerosos elementos tiene mayores posibilidades de resistir a condiciones ambientales poco favorables, ya que los distintos elementos celulares contribuyen a conseguir la adaptación del organismo a las nuevas condiciones de vida. Sin embargo, puede ponerse en duda que la hipótesis del accidente o de la adaptación a unas condiciones difíciles de vida sea suficiente para justificar el salto realizado por la naturaleza desde los primeros momentos de la historia de la vida. Si se piensa en la cuestión, considerando el ejemplo de Velella, queda patente que la presencia de numerosas células asegura un mejor rendimiento en el trabajo. 

El organismo pluricelular puede ser comparado a una fábrica en la que el reparto de funciones es distinto y cada uno de los obreros está especializado en misiones particulares: el resultado final de ello será indudablemente un trabajo mejor realizado y más preciso, con un menor desgaste individual y un gasto menor de energía, ya que mientras unos elementos trabajan, otros piensan en las innovaciones, otros se dedican a la reparación de las partes deterioradas o desgastadas, y finalmente algunos individuos se dedican a velar por la integridad de la comunidad completa. 

Como una moneda que tiene su cara y su cruz, también la situación de los organismos pluricelulares puede resultar difícil en determinadas circunstancias. Piénsese, por ejemplo, que la diminuta célula, minúsculo ladrillo del más complejo edificio pluricelular, al convertirse en obrero altamente especializado ha perdido las misiones fundamentales típicas de un individuo omnipotente, puesto que no sólo es incapaz de conseguir su propio alimento, su defensa, el aprovechamiento de la materia y de la energía, sino que ni siquiera está en condiciones de multiplicarse para originar células hijas idénticas con el riesgo adicional de que todo el organismo perezca debido al funcionamiento defectuoso de una parte que no sea posible reparar, caso muy frecuente en las células nerviosas.

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