La mosca del vinagre,
Drosophila melanogaster, fue elevada por Thomas Hunt Morgan al rango de animal de experimentación por excelencia. Como razones hay que apuntar algunas de tipo práctico: es una mosca fácil de ser mantenida en condiciones de laboratorio (basta un poco de pulpa de fruta machacada para alimentarla), se reproduce de modo abundante y con rapidez (la hembra fecundada pone del orden de 200 huevos por semana) y ocupa muy poco espacio (una población completa de moscas puede vivir cómodamente en un frasco de un cuarto de litro de capacidad). Otras razones son de tipo experimental: la mosca del vinagre posee una dotación cromosómica muy reducida, de sólo 8 elementos, y puesto que los principios de la genética son igualmente válidos para todos los seres vivos, el estudio del comportamiento de este insecto ha resultado un modelo óptimo y simple para poner en evidencia el modo cómo los mecanismos hereditarios se desarrollan tanto en las plantas como en los animales, incluido el hombre.
De los 8 cromosomas presentes, 6 (tres parejas, por tanto) son estructuralmente idénticos (dos puntiformes, dos en forma de V y dos en forma de V abierta) en los representantes de ambos sexos; la cuarta pareja, sin embargo, está formada por dos elementos bacilares en la hembra, que convencionalmente se indican como cromosomas X (la hembra dispondrá, en consecuencia, de un genotipo XX), mientras que en las células del macho está presente un elemento bacilar, que por ser parecido con el cromosoma X femenino recibe también el nombre de cromosoma X, y por un elemento unciforme, denominado cromosoma Y (por tanto, en relación con este par de cromosomas, el macho dispondrá de un genotipo XY).
Los cromosomas de las tres primeras parejas, presentes tanto en el macho como en la hembra, denominados autosomas, son los responsables de los caracteres somáticos individuales; los cromosomas de la cuarta pareja, en cambio, gobiernan la transmisión de la totalidad de los caracteres ligados al sexo, tanto en el macho como en la hembra. Durante la meiosis, los óvulos (que son células haploides) estarán universalmente provistos de cromosomas X; en cambio, el 50% de los espermatozoides estarán provistos de cromosoma X, y el restante 50% del cromosoma Y (a veces el cromosoma Y falta, y en tales situaciones, frecuentes en las mariposas, se indica con el nombre de cromosoma 0).
Es particularmente interesante el hecho de que la situación genética comentada para la mosca del vinagre es absolutamente análoga a la de la especie humana, en la que, de las veintitrés parejas de cromosomas presentes, veintidós corresponden a los cromosomas autosómicos y la pareja restante está formada por los heterocromosomas sexuales, al igual que en la mosca del vinagre. A partir de estos datos ha sido relativamente sencillo para los investigadores establecer las leyes generales que regulan la determinación del sexo: en efecto, es el óvulo que siempre contiene un cromosoma X al que se una un espermatozoide portador de un cromosoma X, se produce un embrión de genotipo XX, mientras que si el mismo óvulo se uniera a un espermatozoide provisto de un cromosoma Y, se originaria un macho de genotipo XY.
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