A diferencia de los parásitos verdaderos, los semiparásitos obtienen principalmente agua y sales minerales del huésped, pero generan su propio alimento a través de la energía solar.
Un ejemplo común de planta semiparásita es el muérdago, que se adhiere a las ramas de árboles para absorber nutrientes, sin llegar a depender totalmente de ellos.
Esta forma de vida les permite adaptarse a diferentes ambientes y sobrevivir incluso en condiciones donde el acceso al suelo y al agua es limitado.
Aunque su impacto en el huésped suele ser menor que el de un parásito completo, pueden debilitarlo si la infestación es extensa.
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