Este fenómeno es fundamental para el funcionamiento de las plantas, ya que no solo ayuda a regular la temperatura interna de la planta, sino que también facilita el ascenso de agua y nutrientes desde las raíces hasta las partes superiores de la planta, en un proceso conocido como corriente de transpiración.
La transpiración permite que las plantas mantengan su turgencia celular y participen en el ciclo del agua en la naturaleza.
Además, regula el intercambio de gases, como el dióxido de carbono y el oxígeno, necesarios para la fotosíntesis.
Aunque es esencial para la planta, la transpiración excesiva puede llevar a la deshidratación, especialmente en condiciones de alta temperatura o baja disponibilidad de agua.
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