Está llena de líquido y contiene miles de diminutas células ciliadas que convierten las vibraciones del sonido en señales eléctricas.
Estas señales son enviadas al cerebro a través del nervio auditivo, donde se interpretan como sonidos.
La forma enrollada de la cóclea permite que diferentes frecuencias sonoras se detecten en distintas partes de su estructura, lo que permite al ser humano distinguir una amplia gama de tonos.
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