Su función principal es conducir las ondas sonoras desde el exterior hasta la membrana timpánica, permitiendo que estas vibraciones inicien el proceso de audición.
Además, el conducto auditivo protege el oído medio gracias a su forma curva y a la presencia de vellos y glándulas que producen cerumen, una sustancia que ayuda a atrapar polvo, insectos y microorganismos, evitando que lleguen a zonas más profundas del oído.
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