Entre estas estructuras destacan principalmente el tallo y las raíces.
El tallo sostiene las hojas, flores y frutos, y además transporta agua, minerales y nutrientes entre las raíces y las partes aéreas de la planta.
Las raíces, además de absorber agua y sales minerales del suelo, anclan firmemente la planta y contribuyen a su estabilidad.
En algunas plantas, los tejidos de sostén como el colénquima y el esclerénquima refuerzan estas estructuras, proporcionando mayor rigidez y resistencia al crecimiento vertical.
Gracias a estas adaptaciones, las plantas pueden desarrollarse en distintos ambientes y alcanzar grandes tamaños.
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