Estos comportamientos están codificados genéticamente y se activan en respuesta a estímulos específicos del entorno, conocidos como estímulos clave o señales desencadenantes.
Una vez iniciado, el comportamiento instintivo suele seguir una secuencia fija y predecible, conocida como patrón de acción fija.
Ejemplos comunes incluyen la construcción de nidos, la migración o el cortejo en muchas especies. Estos mecanismos garantizan respuestas rápidas y eficaces ante situaciones vitales como la reproducción, la alimentación o la defensa.
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