Observó que las especies afines en animales se sucedían según las tierras que estudiaba y exploraba al viajar de sur a norte,; en el archipiélago de las Galápagos observó que en las distintas islas existían diversas formas de animales de una misma especie. Pensó que la explicación de este fenómeno requería una lenta y continua transformación de los individuos semejantes para poder vivir con mayor facilidad en un ambiente dado hasta alcanzar la formación de las especies idóneas para vivir y reproducirse de forma estable, lo que implica la transmisión de los nuevos caracteres a la descendencia. en cambio, los individuos no adaptados al ambiente, tarde o temprano acaban por desaparecer.
A este proceso, realizado a lo largo de los siglos, Darwin lo denominó selección natural, que constituye la base del primer principio darwiniano. El segundo principio darwiniano, complementario del primero, es de la competencia vital: en la lucha continua por la existencia, sobreviven y se reproducen sólo aquellos individuos que han transformado sus caracteres de modo idóneo en relación con las condiciones impuesta por el ambiente.
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