miércoles, 5 de marzo de 2025

¿QUÉ ES SENSIBILIDAD CELULAR?

 Una de las características más típicas de la materia viva es su capacidad para responder adecuadamente a los cambios producidos en las condiciones ambientales. Tenemos experiencia directa de ello, cuando nuestro organismo, a causa de un imprevisto aumento o disminución de la temperatura externa, recurre a una serie de medidas especificas para mantener a un nivel constante la temperatura corporal: en el primer caso comienza a sudar, y en el segundo comienza un castañeteo de los dientes que favorece un rápido movimiento de la musculatura superficial y por lo tanto un aumento de la temperatura corporal.

La capacidad de reaccionar frente a los cambios, o mejor, frente a los estímulos externos, no solo es prerrogativa de los organismos superiores sino que existe en todos los niveles de la escala biológica, incluso en la ameba citada.

Al hablar de los movimientos que la ameba es capaz de ejecutar, no se había mencionado el hecho de que frecuentemente tales movimientos constituyen una respuesta adecuada y controlada a ciertos cambios producidos en el entorno.

En la practica, el animal se desplaza por el continuo paso de la masa citoplasmática de su cuerpo desde el denominado estado de sol, muy fluido y desplazable, al estado de gel, semisólido y gelatinoso. Los biólogos han logrado obtener una prueba experimental de todo ello: han demostrado que, al disolver en el agua una pequeña cantidad de sales de calcio, el citoplasma de la ameba tendía a solidificarse, mientras que un efecto opuesto (es decir, una fluidificación de la masa citoplasmática del protozoo) se producía por el incremento en la misma muestra de sales de potasio.

Análogo comportamiento frente a sustancias químicas de distinta naturaleza tienen algunas bacterias putrefactoras que son atraídas por compuestos químicos particulares, comportamientos parecidos presentan algunos vegetales unicelulares muy simples y también un diminuto hongo unicelular semejante por su forma y dimensión a una cabeza de alfiler, que muestra unas propiedades verdaderamente interesantísimas. Ante todo dispone de una especie de olfato: en las proximidades de un objeto solido deposita una gota de una sustancia que está en condiciones de percibir con lo que dispone de una referencia hacia la que orientarse; posee también sentido de la gravedad, ya que si se sitúa sobre uno de sus costados tiende a levantarse. Finalmente, es sensible a la luz, de la que no se sirve para la obtención de energía (ya que al ser un hongo es un heterótrofo típico), sino para dirigirse hacia nuevas fuentes de alimento.

Según recientes descubrimientos, el sistema encargado de responder a los estímulos ambientales en el caso del paramecio esta particularmente desarrollado; se trata de un pequeño protozoo que vive en lugares húmedos y en aguas dulces, y cuyo cuerpo en forma característica de zapatilla esta completamente rodeado de cilios. En el interior del citoplasma están dispuestas una serie de fibrillas responsables de regular su comportamiento. 

El paramecio puede moverse más o menos rápidamente según las características del ambiente, puede sortear los obstáculos y alejarse de zonas demasiado cálidas o demasiado frías, o bien evitar con bruscos cambios de marcha las sustancias irritantes o perjudiciales para su pequeño organismo.

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