Estas ostras viven en aguas marinas cálidas y tropicales, fijándose a rocas o arrecifes mediante filamentos o por su propia concha. Al igual que otros lamelibranquios, son filtradoras, alimentándose de plancton y partículas suspendidas en el agua.
Las perlas se forman cuando un cuerpo extraño, como un grano de arena, entra en la ostra y queda atrapado; en respuesta, el animal lo recubre con capas de nácar, produciendo una perla.
Las ostras perlíferas tienen gran valor económico en la joyería y son cultivadas extensamente en criaderos especializados mediante técnicas de cultivo controlado. Además de su belleza, representan un fascinante ejemplo de adaptación biológica.
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