Esta práctica permite obtener productos marinos para el consumo humano, la industria y la restauración de ecosistemas, contribuyendo a reducir la presión sobre las poblaciones naturales.
La maricultura combina técnicas tradicionales con avances tecnológicos para optimizar el crecimiento y la salud de las especies cultivadas, buscando un equilibrio entre la producción eficiente y la conservación ambiental.
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